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Llega el mes de junio y con ello toca hacer un balance sobre la situación en el mercado durante los primeros 6 meses del año. Sin duda alguna cabe destacar el extraordinario avance de los mercados de renta variable durante el primer semestre, ¡y menudo avance! Los estímulos por parte de los Bancos Centrales con sus programas de QE han brindado un extraordinario impulso a los principales mercados de equity, que han avanzado en torno a un sorprendente +17% en el caso de los mercados americanos y, de forma más tímida pero no por ello menos destacable, un 8% en los mercados centrales europeos.
Sobre todos ellos destaca un mercado en particular: Japón, el país del sol naciente, ha visto cómo su índice Nikkei ha avanzado un increíble 79% en el último año gracias a los estímulos iniciado por parte del Ejecutivo. Pero el romance del Sr.Abe con los mercados podría haber llegado a su fin, y, contra todo pronóstico, podría acabar peor de lo esperado. En abril el Banco de Japón declaró que seguiría una política dirigida a reducir el tipo de interés nominal, lo cual implicaba una fuerte actividad por parte de la institución en sus operaciones a mercado abierto, pero los mercados han reaccionado de forma contraria a la esperada y han empezado a retirar su confianza en los emisores de deuda pública. Señal de esta desconfianza la podemos observar en la rentabilidad del bono Japonés: a fecha de 4 de Abril la rentabilidad de las obligaciones del Estado Japonés se comprometían a una rentabilidad del 0,44%, poco después, a finales de mayo, la rentabilidad se había disparado al 1%, un incremento importante si además tomamos en cuenta que la economía nipona se encuentra endeudada en un 240% de su PIB.

La misma patología sufre el mercado norteamericano: la alta rentabilidad de Wall Street contrasta con el aumento de la rentabilidad del bono del Tesoro Federal del último mes. ¿Ha llegado el límite de la eficacia de la inyección de liquidez en las economías? ¿Han entrado las economías desarrolladas en la trampa de liquidez? Algunos analistas intentar restar importancia a los últimos eventos y sugieren que la subida de la rentabilidad de los bonos es síntoma del aumento de la inflación esperada, aunque esta tesis parece poco creíble, debido a que tras prácticamente un año de intensos estímulos monetarios la inflación sigue sin llegar.
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Sin duda alguna los mercados de bonos van a ser un foco de atención en el corto plazo como termómetro de salud de la economía y los mercados: un incremento de la rentabilidad de los bonos soberanos tendrá que repercutir tarde o temprano en la renta variable, por lo que los inversores deben estar preparados para atarse el cinturón, la fiebre de las tulipas podría estar a punto de llegar a su fin.