Un punto común entre la historia y las finanzas es que ambos tienden a repetir sus errores. El ocaso del imperio romano fue cuando empezaron a acuñar más y más monedas para financiar sus campañas militares. La caída de los Reyes Católicos se inició cuando quitaron oro de sus monedas para añadir más bronce. Tras la primera guerra mundial, Alemania imprimió billetes masivamente para saldar sus deudas de guerra, hecho que originó la segunda guerra mundial.
Como ven, la creación de dinero nunca ha tenido un final feliz. En estos momentos, el Banco de Japón tiene la intención de inyectar 1,4 trillones de dólares en su economía a lo largo de dos años. Japón lleva décadas de deflación y, para paliarlo, el gobierno nipón ha optado por la estrategia más agresiva de todas: aumento masivo de la masa monetaria.
Fruto de esta política monetaria, el yen se ha depreciado 30% respecto el dólar y el euro, haciendo más competitivas sus exportaciones. Además, el país ha vuelto a la senda del crecimiento, el PIB nipón ha aumentado 0,9% durante el primer trimestre del 2013. A simple vista parece que el experimento funciona y que está dando resultados.
No obstante, debemos tener en cuenta la otra cara de la moneda de la depreciación, es el encarecimiento de importaciones. Japón es un país importador en energía, materias primas y alimentos. Mientras que los beneficios de las exportaciones se lo llevan las empresas, el encarecimiento de las importaciones es repercutido a los ciudadanos. A la larga no es sostenible una depreciación continuada de la moneda.

Inyectar tanta masa monetaria al sistema financiero de un país también tiene consecuencias adversas, según la teoría cuantitativa del dinero, el precio por la producción real debe de ser igual a la masa monetaria por la velocidad de circulación del capital, en estos momentos la velocidad de circulación del dinero sigue siendo relativamente baja, sin embargo, cuando aumente habrá un encarecimiento masivo de los bienes. Para ilustrarlo con un ejemplo, imaginemos que hay dos grupos en una sala, uno produce naranjas y el otro compra naranjas y un árbitro les da a los compradores de naranjas 2 tickets a cada uno. Con cada ticket se pueden comprar una naranja, no obstante, llegado un momento el árbitro hace trampas y les da 2 tickets más a los compradores, si los compradores de naranja no aumenta el ritmo de compra, la ecuación se mantiene, no obstante, si los compradores aumentan la velocidad o frecuencia de compra y la producción real no aumenta, la consecuencia es el encarecimiento de las naranjas.
Aunque las medidas puedan ser perjudiciales para la economía nipona a largo plazo, como traders podemos aprovecharnos de esta situación. El índice NIKKEI ha subido casi un 70% desde que han entrado en vigor estas medidas. Mucha parte del dinero inyectado ha ido a parar al mercado de renta variable nipón convirtiéndolo en uno de los índices con mayor retorno.

Podemos concluir que a corto plazo puede parecer eficaz las medidas tomadas por Japón pero a la larga daña la economía, la creación de dinero sin estar ligado a la producción real es peligroso. Ahora la pregunta que importa es: ¿Estamos repitiendo la historia otra vez? Nadie lo sabe y solo el tiempo nos lo dirá.
