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La política monetaria europea

Justo después de que esta semana el Banco Central Europeo empezara la compra de la deuda pública griega, sus ratings bajaron hasta niveles de bonos basura. El fondo de estabilización de la deuda, por valor de 750 mil millones de euros, fue aprobado por la autoridad central la semana pasada. Al mismo tiempo, se acordaron una serie de medidas para la estabilización del euro. Entre ellas, la compra de la moneda europea por el BCE para evitar mayores caídas y el aumento de la regulación sobre los hedge funds europeos que desde el mes de marzo mantenían posiciones cortas contra el euro.

Ante toda esta serie de decisiones tomadas por los políticos europeos y que, evidentemente, serán pagadas por los contribuyentes, sale una razonable pregunta: ¿realmente van dirigidas a salvar el euro y la integridad de la zona euro? La respuesta es no. De hecho, estas medidas ni sirven para comprar más tiempo. Esta semana se siguen registrando caídas en los mercados europeos lo cual es un indicio de la falta de confianza en funcionamiento del plan de rescate.

El principal problema que tiene la propuesta de los políticos europeos es la falta de sostenibilidad y de moral. En cuanto a la sostenibilidad, los países con superávits de la zona euro no pueden financiar los déficits de los países PIGS ya que finalmente, estos países también acabarían con problemas de morosidad. Si lo pagamos del “bolsillo común” de la zona euro, vía el aumento de la masa monetaria, se producirá una futura depreciación de la moneda.

La raíz del problema está en el crecimiento de los países afectados por la crisis de la deuda. El concepto de la deuda pública es idéntico a la deuda corporativa. Lógicamente, si una empresa no produce suficiente ventas y no gestiona bien sus costes, no puede hacer frente a sus obligaciones. Finalmente, la empresa acaba quebrando sin que otras empresas tengan que sacrificar sus beneficios en rescatarla. Si fuera lo contrario, las empresas con balances “sanos” se acabarían contagiando de las morosas. Sin embargo, las autoridades afirman que el objetivo del rescate es precisamente “evitar el contagio”. Por lo tanto, el “mensaje de seguridad”, enviado desde Bruselas con la aprobación del plan de rescate, en una perspectiva más a largo plazo puede ser visto como un mensaje de debilidad. Los contribuyentes alemanes y franceses se ven obligados a pagar por los errores de los países débiles de la zona euro bajo el eslogan de que están haciendo un bien común que es salvar la moneda. En realidad, se está produciendo una transmisión de riqueza que es difícil de justificar y que puede dar lugar a una batalla política que pondría sombras sobre el futuro de la zona euro implicando futuras devaluaciones de la moneda.

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