La Unión Monetaria Europea vive en estos momentos su mayor crisis existencial. Más que una unión parece que estamos frente a dos piezas de un gran puzzle obligadas, forzosamente, a encajar. Por una parte tenemos a los países nórdicos, liderados por Alemania, que ya ni se acuerdan de la crisis. Por otra, los PIIGS (siglas que forman la palabra“cerditos” en inglés), formados por Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España, y que lo que parecen no recordar son los tiempos de bonanza económica. El euro les une, las dos velocidades de sus economías les separan. ¿Qué perspectivas tiene la divisa única? El euro se enfrenta al euro.
Antes de ver los problemas que afronta Europa, su unión y su divisa, el euro, pongamos sobre la mesa las principales diferencias entre las dos piezas del rompecabezas europeo tomando como ejemplo al líder, Alemania, y un país periférico, por ejemplo, España.
La economía del país germano creció en 2010 en un 3,60%, superando las expectativas de todos los analistas, y consigue el mayor crecimiento de su PIB desde la reunificación. Por si fuera poco, su tasa de desempleo se sitúa en el cierre de 2010 al 7,72%, la menor tasa desde inicios de los 90. Por lo tanto, vemos una correlación entre la mejora de su empleo y el crecimiento de su economía. Alemania no solo hace bien aquello que ya sabía, invertir, producir y exportar (avalado por su balanza externa positiva por valor del 5% de su PIB en 2010), sino que se anima y mejora el viejo caballo de batalla de su economía, el consumo privado. Además, el déficit alemán se sitúa alrededor del -3,5% del PIB para el pasado año, una tasa muy moderada al contrastarlo frente a los países periféricos, y que supera levemente los máximos acordados en Maastricht del -3%. Al líder europeo pocas cosas le pueden ir mejor, a excepción de la "mala compañía" que tiene en la zona euro.
En cuanto a España, el 2010 cierra con una contracción del 0,1% de su economía, y, lo que es peor, con una tasa de desempleo del 20,08%, la peor en décadas. El problema es que el caso de España no permite decir que al menos hace bien aquello que sabía hacer, porque lo que mejor había funcionado hasta ahora era el sector del ladrillo, y éste explotó hace tiempo, dejando más de 4 millones de parados. Además, diferentes medidas han llevado a España a tener un déficit cercano al 10,00% para el pasado año, y del 11,10% en 2009. Por lo que será crucial para nuestra economía ver si en 2011 se consigue recortar realmente el gasto. Por el momento, todo hay que decirlo, las medidas de ajuste parece que funcionan.
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Tal y como vemos en la gráfica, la disparidad entre España y Alemania es abismal en la coyuntura actual. Al salir de la crisis, España decrece y genera menos empleo, mientras que Alemania crece y su nivel de desocupación es casi mínimo. ¿A qué es debido? El modelo español parte de un alto desempleo estructural. Nuestra economía se fundamentaba en el sector inmobiliario para generar bonanza. Pero el ciclo pasó. Por otro lado, Alemania es un país fundamentado en la industria y la producción, con lo que al dejar atrás el ciclo de crisis, la bonanza ha vuelto.
El problema es que la situación de España es extrapolable a los demás PIIGS, y con ello, surge la dualidad en Europa. ¿Qué conviene más a Europa, los tipos de interés del euro en mínimos o que el BCE los suba? Mientras Alemania ve su economía crecer, los bajos tipos de interés al 1% amenazan con inflación, y ante el temor histórico que tiene con la inflación, a Alemania le interesa una subida de tipos para combatirla y evitar el sobrecalentamiento de su economía. Y por otro lado, las economías de los PIIGS se encuentran en decrecimiento, con altas tasas de desempleo, y sufriendo de pleno una crisis de modelo estructural y no cíclica. Una crisis que solo se pueden sujetar a los bajos tipos de interés para no caer al fondo del agujero, con lo que les interesan unos tipos bajos. Dicho de manera directa: según el criterio de la inflación, Alemania queiere los tipos altos, los países periféricos bajos.
Pero, ¿y si en lugar de considerar el riesgo de inflación, consideramos el riesgo de que Alemania pueda o no mantener sus exportaciones? Si los tipos subieran, eso sería malo para sus vecinos europeos, y, al ser estos los principales socios comerciales de Alemania, ello afectaría a sus exportaciones al resto de la zona euro. Además, la subida de tipos también vendría seguida de una apreciación del euro, lo que restaría competitividad a la producción germana para su venta internacional fuera de Europa, afectando también a su economía.
Por lo tanto, la escalada del euro podría afectar seriamente a la balanza comercial de Alemania. Es importante recordar que la tasa de interés de la deuda de los países periféricos sigue en máximos que son difícilmente sostenibles, y una subida de tipos del euro todavía aumentaría más estas tasas, lo que podría terminar de poner presión a nuestro sistema financiero y afectar, todavía más, a los PIIGS.
No es acertado, pues, discutir sobre que sería mejor, si subir los tipos o no, ya que en la respuesta a esta cuestión no radica el problema. De hecho, no existe una respuesta correcta. La cuestión de fondo descanso sobre la realidad de una zona económica a dos velocidades opuestas. Y que aún existiendo edos circunstancias tan distintas, Europa solo puede aplicar una única política monetaria.
Y está claro que nunca llueve a gusto de todos. En una coyuntura económica positiva, como antes de la crisis actual, estos problemas todavía no habían florecido con tanta claridad. Pero en estos momentos se demuestra que no hay sostenibilidad en el futuro, el euro se canibaliza a sí mismo al no permitir a sus distintos países aplicar las medidas necesarias; por un lado, una depreciación de la moneda y pérdida de competitividad en los PIIGS para evitar el bache, y por otro lado, evitar el sobrecalentamiento en Alemania para crecer de forma sostenible, pero las dos a la vez no es posible.
Pero como el mercado no puede actuar por sí solo, ante las limitaciones que impone el euro, el presidente del BCE, Jean Claude Trichet, parece haber decidido por el mercado, y concluyó en su última aparición que de momento la inflación no es su principal preocupación, con lo que la posible subida de tipos no se espera en el corto plazo. Lo que parece evidente es que el euro tiene un futuro oscuro: Alemania y los países PIIGS tiran con idéntica fuerza de los extremos de la misma cuerda, lo que perjudica a los países miembros y a la propia cuerda, el euro.
Los oídos sordos de Trichet hacen que siga comprando deuda periférica para intentar salvar la situación y sin subir los tipos, pero ello solo se traducirá en una lenta agonía esperando el fin conocido por todos. Si mantiene los tipos de interés en mínimos, conseguirá aguantar la unión hasta que el mercado decida que no se lo permite. Además, el euro iría en una constante dirección bajista. Por otro lado, si sube los tipos de interés, afectará a los PIIGS en el corto plazo, pero si queremos tener una posibilidad futura para el euro, lo mejor es dejar que los hechos se sucedan por si solos, sin tanta intervención pero si se sigue con la compra de deuda solo se salva virtualmente a los países de la quiebra, pero el problema persiste. Subiendo los tipos de interés y no salvando del fin ya anunciado a los países en riesgo de quiebra, al menos Europa daría la imagen de que afronta los problemas y no los esconde, y de que en el largo plazo hay alguna posibilidad de sustentación de dicha unión y su divisa.
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