Desde la creación de la Eurozona, el viejo continente nunca había sufrido una crisis tan severa y compleja como la presente.
Desde el nacimiento de las instituciones comunitarias tampoco había sido tan clara la incapacidad de gestión y la descoordinación entre los gobiernos de la UE.
El espiral desencadenado hace más de un año por el deterioro de las condiciones financieras de algunos gobiernos de la eurozona, ha erosionado aún más la solvencia de unos sistemas bancarios cuyos balances quedaron seriamente dañados por la propia naturaleza de la crisis.
A los problemas de liquidez derivados del colapso de los mercados mayoristas de crédito, se sumó el desplome en el valor de los activos inmobiliarios, que, en algunos sistemas bancarios eran piezas claves.
La recesión y el consiguiente ascenso del desempleo han también han deteriorado aún más la calidad del conjunto de los activos bancarios y, por supuesto, la aceleraron en el deterioro de las finanzas públicas, al contraer los ingresos públicos y aumentar de forma significativa los gastos correspondientes.
En realidad, la fuerte depreciación en los títulos de deuda pública en casi todas las economías de la eurozona en las últimas semanas, han llevado a una fuerte depreciación en las cotizaciones bancarias de los principales bancos de Europa ya que estos son los principales tenedores de la deuda soberana.
Las decisiones adoptadas en Grecia, Irlanda, Portugal y España en mayo del año pasado no han alcanzado el propósito de calmar a los mercados: las primas de riesgo son hoy en todos esos países significativamente superiores a entonces.
Después de aclarar un poco la crisis que azota a Europa, sería altamente recomendable que en las economías más amenazadas, emergiera un consenso político acerca de la viabilidad financiera del conjunto de las administraciones públicas, para intentar darles una mayor solvencia, competitividad y productividad a los sistemas económicos y al tejido productivo de estos países.
Así pues parece que los sistemas financieros tanto Europeos como americanos estarán en la cuerda floja hasta que los problemas que subyacen en el sistema se atajen y se tomen decisiones valientes y desde el consenso.
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