Después de la fuerte caída del Ibex 35 de finales de la semana pasada y principios de esta, y tras revisar los números del índice español, los datos son abrumadores: el selectivo español ha alcanzado los 6.846,60 puntos, niveles no vistos desde el año 2003, y ha llegado a tener una pérdida acumulada de un 13,73% en el mes de abril. Por lo que, inevitablemente, todo el mundo se cuestiona que ha llevado al mercado español a esta situación.
Recientemente, el Ibex 35 ha estado marcado por varios factores que influyen directamente a las empresas que ponderan en el índice español. Primero, destacarían las tensiones generadas por YPF, donde el gobierno Argentino expropió a Repsol de sus yacimientos de Vaca Muerta. La cotización de Repsol se vio lastrada más de un 6%. Otro ejemplo sería la desinversión de ACS en Iberdrola la cual ha afectado negativamente al Ibex 35.
Por otro lado, la situación de extremo endeudamiento de las empresas españolas está ahogando el desarrollo del país y de su estado financiero al paso de los años. Tan solo hace falta contemplar el endeudamiento de las empresas españolas que deben a la banca española 924.500 millones de euros a cierre de febrero de este año frente a los 907.000 millones que deben las empresas alemanas a la banca alemana, mientras su riqueza dobla la de España. Además, al mal estado de las cuentas de los bancos españoles, se añade su fuerte exposición al ladrillo, lo que aumenta el riesgo de quiebra de muchos bancos.
Otro factor a destacar es la escasa credibilidad que están demostrando los inversores sobre el mercado español ya que no creen en las posibilidades de recuperación a corto plazo del país, y ante un posible rescate del BCE, lejano por el momento, prefieren asegurar sus inversiones en países con más crecimiento como Alemania o EE.UU.
El Estado, por su parte, con medidas muy austeras y fijando unos objetivos de déficit poco ajustados a la realidad, está marcando una época dura para el crecimiento del país. Actualmente, el déficit del país es del 8,5% del PIB, cuando el BCE ha fijado un límite al déficit del 3%, por lo que aún hay un largo camino por recorrer. Además, el Estado es incapaz de controlar la situación actual con las Comunidades Autónomas y está creando un ambiente de nerviosismo político que no convence a los inversores para alocar sus inversiones en España.
Con este contexto actual, es difícil para el mercado español esperar un rebote a corto plazo. Posiblemente, subsanar la situación financiera del país y de sus empresas ayudaría a consolidar la confianza del inversor ya que, a pesar de todo, existen algunos factores que desprenden optimismo a medio plazo para el Ibex 35. Por un lado, las exportaciones de España están creciendo este año, dando una salida a la falta de consumo en el propio país y, además, las grandes empresas españolas van a aguantar el tipo ante las fuertes bajadas del Ibex 35 gracias a que tienen una rama bien posicionada en los mercados internacionales y subsidien con su actividad extranjera. Solo hay que ver como el Santander está comprando acciones de su propio banco para aguantar la cotización de la acción.
